El otro día, en una de esas compras de libros con que amenazo más y más el Lebensraum de mi familia, cayó en mis manos un libro delicioso, La física de lo imposible, de Michio Kaku (traducción de Javier García Sanz. Barcelona, DeBolsillo, 2010). Soy seguidor de Kaku desde que lo descubrí con su melena de Luis Cobos más el careto de Pat Morita en la serie de Canal Historia para enfermos de insomnio El Universo, y más desde que consumo sus best sellers de física divulgativa como Hiperespacio (traducción de Javier García Sanz. Barcelona, Crítica, 2007). Kaku es altamente recomendable no sólo porque sabe un montón de física teórica y de cosmología, sino también porque se confiesa devoto de la ciencia ficción y es capaz de entrecruzar ambos campos sin que ninguno chirríe como un coche viejo: sus asomos a las posibilidades reales de lo que imaginan películas y novelas futuristas son toda una garantía de pasmo y diversión. Acabo de descubrir que dispone de un blog muy interesante y a(di)ctivo, Doctor Kaku’s Universe, que enlazo enseguida a la barra de la derecha. La descripción que ofrece el propio site de su contenido ya tumba de espaldas: Doctor Kaku’s Universe está escrito por Michio Kaku, físico teórico en la CUNY (The City University of New York), tertuliano radiofónico y personalidad televisiva. El blog explora paradojas y rarezas contraintuitivas del mundo físico, incluyendo la teoría de cuerdas, el viaje en el tiempo, los universos paralelos y los agujeros negros. Para morirse, vamos.
3 comentarios:
Vaya, ignoraba que entre las cosas que compartimos estuviera la afición a la divulgación científica y, en particular, a las obras de mr. Kaku. En efecto, leerle es como degustar una gran novela de ciencia ficción, pero sin ficción (al menos, sin demasiada). Ya sólo falta que también seas adicto a Stephen Hawking para convenir que una extraña sintonía cósmica nos entrelaza.
Me parece, César, que tú y yo vamos a tener que quedar para tomarnos un café y charlar largo y tendido...
Amigo mío, si además eres ferviente lector de Richard Dawkins, no hará falta un café, sino varias cafeteras...
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