domingo, 15 de abril de 2012

El hundimiento y la Máquina Pensante


¿Quién no se ha enterado, gracias a esta ubicua web nuestra o a su casual entrada en una tienda de ocio cultural (libros, discos, películas) que esta última madrugada se ha cumplido el siglo del hundimiento del Titanic? ¿Quién no ha visto los rostros empalagosos de la Winstlet y el Di Caprio repartidos por las marquesinas de su ciudad, para rememorar de nuevo, exageraciones y sopor mediante, las circunstancias que rodearon la caída del pecio más famoso de la historia? A mí, honestamente, la historieta esta del Titanic me interesa bastante menos que a Jim Cameron (que, por lo que he leído, ya ha pasado con su dichoso batiscafo más tiempo en el barco que su difunto capitán), pero, aprovechando el aniversario de su desaparición, sí hay algo de que me gustaría hacer mención. Entre los mil quinientos y pico pasajeros que pasaron a mejor vida en el accidente había uno de quien quiero acordarme: un escritor de relatos policíacos que en su día gozó de relativa fortuna y que dio a luz a uno de los más sugerentes detectives de la prehistoria del género: Augustus S. F. X. Van Dusen, también conocido como La Máquina Pensante. Hablo de Jacques Futrelle (1875-1912).

Futrelle era norteamericano, de Georgia, y, según suele ser común entre sus coetáneos, se curtió como periodista antes de comenzar a escribir novelas por entregas y relatos breves en las revistas. El primer título en que aparece su famosa Máquina Pensante (repito: un ser dedicado enteramente al raciocinio que fue diseñado con la estéril intención de hacer sombra a Sherlock Holmes) es de 1905 y se titula The problem of Cell 13. Futrelle editaría dos colecciones de cuentos protagonizados por su criatura, en concreto The Thinking Machine (1907) y The Thinking Machine on the Case (1908). Aparte, produjo también artículos y novelas, algunas de ellas vinculadas al mundo criminal, como The Chase of the Golden Plate (1906) y The Diamond Master (1909). Las historias de Van Dusen conservan todo ese delicioso sabor a gabinete victoriano que encandila al lector de las primeras ficciones policíacas y que resulta tan característico en la literatura de Conan Doyle, entre otros. Si no me equivoco, la obra de Futrelle ha sido publicada en España por la Editorial Abraxas (yo tengo un ejemplar de La Celda Número 13 traducido por cierto Miguel Giménez Saurina), y también por Bruño en versión escolar. Quienes leáis inglés podéis echarle un vistazo aquí.

Esto, como todo, está en Wikipedia y cualquiera puede mirarlo, pero cuento que Futrelle se encontraba entre los pasajeros de primera clase que aquel funesto 14 de abril de 1912 fueron a topar contra un iceberg plantado en medio del Océano Atlántico. Futrelle volvía de una gira por la Gran Bretaña, y según parece se negó a ocupar el bote salvavidas con el fin de ceder el puesto a su esposa: la última vez en que ella lo vio estaba en el puente, fumando un cigarrillo, en compañía del también escritor, amén de inventor y militar, J. Jacob Astor, el más rico de todos los cadáveres del Titanic. Como curiosidad final, vale reseñar que Futrelle es el protagonista de la novela The Titanic murders, de Max Allan Collins, que suma a los atractivos del desastre los de la intriga criminal.

Jacques Heath Futrelle: que el océano te sea leve.