martes, 16 de febrero de 2010

Diccionario de arena


Las palabras también se oxidan cuando se las deja a la intemperie. Un leve manto de escoria roja les crece sobre el caparazón, y poco a poco, casi sin darnos cuenta, comenzamos a dejar de ver lo que guardan dentro. Seguimos utilizándolas para nuestros propósitos, sirviéndonos de ellas como alicates y martillos, como si tal cosa: hasta que un día, de repente, resulta que la estrella y la ranura del tornillo no coinciden, que no hay forma de acoplar el verbo con la realidad. Dicho de otro modo: las palabras son fósiles, cristalizaciones, gotas de ámbar en los que se recoge una experiencia primera. Pero al usarse muchas veces, al desgastarse, cuando el filo se mella, acaban por no corresponder a la vivencia que las generó. Amor: ¿puede hablarse impunemente, en el mismo sentido, de amor fraterno, amor platónico, amor a la patria, amor por los adjetivos? ¿Hay algún tipo de puente común que realmente conecte todas esas sensaciones de euforia, moralidad, preferencia estética, afinidad? ¿Puede la tosca palabra azul englobar por igual el firmamento, el mar de mediodía, el zafiro, los frescos del Trecento, el jersey de Tintín, esos ojos? Las palabras se cubren más y más de arena, y al cabo resulta complicado reconocerlas en el fondo del desierto. Así que aquí traigo yo mi cubo, rastrillo y pala, inspirados por los ejemplos, entre otros, de Ambrose Bierce (Diccionario del diablo), Gustave Flaubert (Dictionnaire des idées reçues) y Ernesto Sábato (Uno y el universo) ¿Qué significan del todo, in nuce, clásico e infierno, convicción y miedo?


Clásico: adj. m. Objeto contundente de piel y papel biblia en cuyas profundidades se esconde un libro.

Conocimiento: n. m. Esa cosa minúscula y remota que se ve en una esquina de la ignorancia.

Convicción: n. f. Esfuerzo ímprobo de la voluntad mediante el cual alguien se asegura de creer en lo que cree.

Infierno: n. m. Mundo subterráneo similar a éste en el que los que sufren además se lo merecen.

Inteligencia: n. f. Método para pasar desapercibido.

Miedo: n. m. Técnica radical de rejuvenecimiento sin necesidad de cirugía. / Comprensión súbita e intuitiva de las verdaderas intenciones de los otros.


El resto del idioma, para más adelante.

3 comentarios:

Porerror dijo...

Me quito el sombrero, Maestro (en la buena acepción... no en la que tú y yo escuchamos a diario).

Pascu dijo...

Poético.

Lo que más las gasta, quizás sea usarlas cuando no es su debido tiempo, o si lo prefieres, usar un cuchillo para apretar un pequeño tornillo de estrella.

Hay quien directamente las remacha con orgullo. Son suyas, tanto como nuestras.

mi convicción me dice que tengo la herramienta apropiada para cada resorte. Pero hay tanto polvo y tantas telarañas en esta habitación llena de cajas sucias. Hay tan poco tiempo. Vuelvo a usar el cuchillo, la última vez, prometo. La economía del tiempo. O ¿puede ser un exceso de inteligencia?

Luis Manuel Ruiz dijo...

Pascu: en efecto, lo que caracteriza al lenguaje poético o literario es usar la hoja del cuchillo (y no el destornillador) para hacer girar una rosca de estrella. Lo que sucede es que frecuentemente la publicidad, el periodismo, el uso adocenado y masivo del idioma oscurece quizá su función auténtica, que es aproximarnos a la experiencia: de ahí que, a menudo, oigamos que la poesía consiste en "decir el nombre verdadero de las cosas". Un saludo.