Correría el año 2004 ó 2005, no sé, cuando me curtí como guionista de televisión en el programa de Canal Sur 2 Las 1001 noches. Aunque guionista es palabra que puede inducir a equívocos: digamos que hacía labores de redactor y de chico para todo, lo mismo garrapateando presentaciones de última hora que ideando chistes (lo siento) para algún cómico de turno que se había quedado en blanco. La estructura del programa contaba por entonces con varias secciones fijas, que solían coincidir con introducciones y despedidas de personajes, efemérides, eventos culturales y esas cosas. En dichas ocasiones, una voz en off hablaba sobre retratos, paisajes, panoramas abstractos o lo que los mozos de documentación o el banco de imágenes tuvieran más a mano: yo era el encargado de redactar esos textos. Un lustro o dos después, releo esos papeles al azar, donde se mezclan biografías de personajes históricos, famosos de relumbrón y divagaciones entre lo poético y lo metafísico, y descubro que algunos de ellos incluso merecerían la resurrección. Con sinceridad, no hablamos de obras de arte imperecederas, pero no han sufrido el ataque de las bacterias con peor temple que muchas cosas que figuran con sobrecubierta en las baldas de novedades de las librerías.
Habréis advertido, oh prójimo, que el nivel de entradas nuevas ha descendido dramáticamente en este blog. Ello se debe, principalmente, a que ando entretenido con otras tareas (sobre todo una novela que quiero rematar y corregir antes de que expire el verano), y, también, a que cuando las ideas me visitan (que sí, que vienen a veces), exigen para ser plasmadas cantidades de tiempo y esfuerzo de las que, con honestidad, no dispongo. Es por ello que se me haya ocurrido que, a partir de setiembre, en que pretendo recuperar el ritmo habitual de esta bitácora, no estaría mal introducir algunos de esos textos misceláneos (ya digo: biografías a deshora, reflexiones sobre cuestiones peregrinas, evocaciones de lugares, o individuos, o emociones, o certezas) que, desde su locución a través de las ondas hertzianas no habían vuelto a conocer la luz. Siempre trufado, claro, con los nuevas posts que la paciencia y las ganas me permitan llevar a buen puerto, de mar o de montaña. Así pues, si todo marcha bien, en un mes añadiré a este sitio un par de secciones de periodicidad variable: Retratos en miniatura recogerá semblanzas mínimas de personajes que ocuparon algún lugar prominente en el espacio o en el tiempo, nuestro o ajeno; La enciclopedia al oído habla de ideas, conceptos y sentimientos con los que convivimos sin que nos entendamos a menudo: lo mismito que el vecino de rellano.
Hasta entonces, prosigo mi labor de hormiga en La lección de anatomía. Habitantes de los yermos espacios cibernéticos: si estáis ahí que lo paséis bien.
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