Creo ya haber mencionado aquí que últimamente leer ficción me provoca un poco de pereza. Será porque algo dentro de mi alma sospecha que el número de argumentos (y de la forma de referirlos) con que cuenta el acervo de la literatura es limitado y que pocas historias quedan ya que me interesen, o que vayan a ser relatadas de un modo más atractivo o sugerente de los que ya conozco. Será porque la teoría siempre me ha interesado más que sus fronteras y acabo por recaer en lecturas de ciencia, filosofía, psicología o disparates varios, que tratan de aclararnos (como si se pudiera) la vasta noche del universo. No sé: el caso es que, visto en perspectiva, leo mucho menos novela o relato que ensayo puro y simple (donde entrarían, también, criaturas andróginas como libros de viajes, memorias, divulgación científica, delirios de aquí y de allí). Y por eso cuando encuentro un texto narrativo que me de veras me gusta, que me resulta original, valioso o simplemente satisface las expectativas del lector resabiado en que ya me he convertido, pues me pongo muy contento. Por eso quiero hablaros de mi último descubrimiento.
Se titula The manual of detection (London, William Heinemann, 2009), y es la obra primeriza de un escritor de Massachussets llamado Jedediah Berry. Según la esquela que antecede a la novela, Berry ha practicado tímidamente la ciencia ficción y el relato fantástico, pero esta es su primera obra, digamos, de largo. Dicho currículum no sorprenderá a quien recorra con atención The manual: elementos comunes al género maravilloso, a la narración juvenil, a la parábola filosófica afloran aquí y allá dentro de una prodigiosa estructura narrativa. El libro, que por lo que sé no ha sido traducido al castellano (ni existen intenciones de hacerlo) es un aparato de máxima eficacia literaria por varios motivos, que comienzan desde la misma portada: un ojo dorado que amenaza con verlo todo, aun los más ocultos deseos, temores y vergüenzas de sus lectores. Soy un vago y en realidad no sé cómo retratar los aspectos más interesantes tanto de la trama como de la ambientación o los personajes, así que creo que voy a limitarme a traducir la contraportada, que da una idea bastante cabal del contenido. El cerebro de Berry está literalmente saturado de ideas brillantes, y aun cuando a veces no les saca todo el partido que podría, el resultado sobrepasa con mucho lo que cabe esperar en estos tiempos de imaginaciones secas como arenques. Por lo general, tiendo a apreciar las excelencias de una obra de arte por los estímulos que transmite a mi voluntad o a mi inteligencia, y por las ganas que me genera de imitarla, de emularla, de sobrepasarla. The manual of detection me ha contagiado deseos de escribir media docena de libros alternativos: especialmente indicado para sequías creativas.
“En esta rigurosa y visionaria primera novela, un detective inusual, armado con sólo un paraguas y un singular libro de instrucciones, debe desenredar un conjunto de crímenes cometidos en y a través los sueños de la gente.
En una ciudad sin nombre siempre salpicada de lluvia, Charles Unwin es un humilde oficinista que trabaja para una gigantesca y poderosa agencia de detectives, y todo lo que sabe sobre la resolución de misterios proviene de informes redactados por el ilustre investigador Travis Sivart. Cuando Sivart desaparece y su supervisor resulta asesinado, Unwin es súbitamente ascendido a detective, un cargo para el que carece tanto de destreza como de estómago. Su única orientación procede de su nueva asistente, que sería perfecta si no estuviera durmiéndose continuamente, y del profundo y oscuro Manual del detective.
Unwin emprende la búsqueda de Sivart, pero pronto es acusado de asesinato, perseguido por matones y pistoleros, y confundido por la infame femme fatale Cleo Greenwood. Entretanto, preguntas extrañas y problemáticas proliferan: ¿por qué la momia del Museo Municipal tiene una moderna prótesis dental? ¿Dónde están todos los despertadores de la ciudad? ¿Por qué en el ejemplar del Manual de Unwin falta el capítulo 18? Cuando descubra que los grandes casos de Sivart —incluyendo ‘Las tres Muertes del Coronel Baker’ y ‘El Hombre que Robó el Doce de Noviembre’— nunca fueron resueltos correctamente, deberá introducirse en los sueños de un hombre muerto y enfrentarse a un genio criminal dotado de control sobre una ciudad dormida.
El manual del detective sugerirá comparaciones con todas las obras de ficción imaginativa que hayan sacudido la mente de los lectores. Pero, en última instancia, desafía a la comparación; es una novela brillantemente concebida, meticulosamente construida que cambiará lo que pensamos acerca de cómo pensamos.”
3 comentarios:
Ya te dije que tenías que ver "Origen". Me ha recordado a esto.
Amigo mío, para que luego digan que los blogs no valen para nada. Hace unos meses, revoloteando sobre la mesa de novedades de no sé qué librería, vi un extraño libro llamado "El manual de detección", firmado por un tal Jedediah Berry. No había oído hablar de esa novela ni de su autor, pero, al hojearlo, el libro se me antojó decididamente extraño, así que el bibliópata que hay en mí lo compró sin saber muy bien por qué. Y lo guardé en mi pila de libros por leer (donde, como en tu caso, abunda la no-ficción), pero abajo del todo, condenado quizá al olvido.
Y ahora he leído tu entrada, he corrido a mi dormitorio y he desenterrado ese libro para situarlo en los primeros puestos de lectura pendiente. Joder, has conseguido que me entren unas ganas enormes de acabar lo que estoy leyendo ahora para ponerme con ese extraño manual.
En cualquier caso, amigo mío, deberías tener en cuenta que en España se lee poco, pero se publica mucho. "El manual de detección" ha sido traducido al español por Concha Cardeñoso y publicado, este año, por Duomo Ediciones.
Gracias por el soplo. No te imaginas la ilusión que hace desear un libro y saber que ya lo tienes.
César, me matas. Te juro que había explorado Internet en busca de una posible traducción española y no había dado con nada, así que me pegas un alegrón: considero que la obra es de traducción imprescindible. Bueno, por canal público o privado me gustaría saber qué opinas de ella una vez leída. Es cierto, para que luego digan que los blogs no sirven para nada.
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