Tiempo ha, escribí una entrada aquí confesando mi predilección por las historias policiales ambientadas en la Alemania de entreguerras. Hoy declaro otra de mis devociones: la Unión Soviética. Aunque no tan explorado (ni explotado) como el del auge del hitlerismo, el paisaje de la extinta dictadura del proletariado ruso ofrece un excelente fondo sobre el que dibujar cualquier trama con crímenes, traiciones, sangre y pistolas de por medio, sea en la variante del asesinato puro y simple o en aquella otra complicada con espionaje y móviles geopolíticos. El motivo de ello, creo, va más allá de la reciente moda de situar argumentos criminales en épocas históricas alternativas, prestando una atención mayor al atrezzo y la indumentaria de los personajes que a la propia acción a desarrollar. La URSS y el nazismo ofrecen marcos incomparables por una sencilla razón que creo haber ya apuntado antes: si los obstáculos engrandecen al héroe, el detective que desempeñe su actividad en una dictadura será mucho más potente, capaz y resuelto que aquel otro que goce de las prerrogativas de la democracia, donde se supone la transparencia de información. En la URSS y el Tercer Reich, el detective no sólo se opone al delincuente: se opone al sistema entero, a la completa realidad de que ese sistema es garante.
Cuento todo esto porque observo que la filial de bolsillo de Ediciones Zeta por fin se ha decidido a editar en sentido cronológico y en su debido orden la enorme saga soviética que Martin Cruz Smith, maestro del thriller, dedicó a su agente Arkady Renko. Si los datos no me fallan, es la serie pionera en esto de situar crímenes en la URSS , y una de las que mejor conserva su poder de seducción. Los primeros títulos estaban escritos en el frío álgido de la era Reagan, y esa tensión se percibe por los cuatro costados: la acción es cruel, vertiginosa, los malos son de echarse literalmente a temblar, y la descripción del viejo imperio recuerda inevitablemente a las peores pesadillas de Orwell. La serie dio comienzo con un texto imprescindible para todo amante de la ficción negra, Gorky Park (1981), éxito de ventas luego llevado a la gran pantalla en 1983 por Michael Apted con William Hurt y Lee Marvin en los papeles principales. El segundo volumen, Polar Star (1989), es el que ahora acaba de reeditarse en España. Caído en desgracia tras una serie de encontronazos con la KGB , Renko busca la redención y el anonimato enrolándose en un barco pesquero que singla el Ártico: un originalísimo ovillo de enigmas y encontronazos estará servido en cuanto una de las trabajadoras del Estrella Polar (que en realidad no pesca, sino que procesa el pescado que le llevan las traineras, americanas para más señas) aparezca cadáver con una sospechosa puñalada en el vientre. Cruz Smith complica aquí los rigores policíacos del espacio cerrado enclaustrando doblemente a sus criaturas: al estrecho recinto del barco añade el del hielo polar. Si la cosa va bien, y no veo por qué no ha de ser así, Zeta nos irá ofreciendo en sucesivos semestres las siguientes entregas de la saga, entre las que se incluyen Red Square (1992), Havana Bay (1999), Wolves eat dogs (2004) y Stalin’s Ghost (2007), quizá la mejor después de la original.
Para interesados en casos criminales con hoces y martillos, recomendar también la meritoria serie de Stuart S. Kaminsky cuyo protagonista es el inspector cojo Rostnikov, y de la que se ha publicado en España, creo, por lo menos un episodio con el título de Camaleón rojo (traducción de Alberto Borrás, Ediciones B, 1987). Y, claro, la de Tim Rob Smith y el agente Leo Demidov, inaugurada con la demoledora Child 44 (2008), que he visto de saldo en las librerías (traducción de Mónica Rubio en Espasa) a cuatro o cinco euros de nada: haceos un favor, niños, y de camino le evitáis un esfuerzo a las trituradoras de papel.
2 comentarios:
Como a ti , me encantan estas historias policiales ambientadas en la Rusia soviética. He leído casi todo Martin Cruz Smith, que me encanta, menos Stalin's Ghost. Debo buscarla corriendo, ya que dices que es tan buena. Tomo nota de los otros dos autores que citas. Había oído hablar de Kaminsky. En cuanto a Child 44, tenia la impresión de que era más "bestselleresca" (en el mal sentido de la palabra) que detectivesca. Quizá mis informaciones no eran precisas. A veces los editores venden los libros como lo que no son.
Tras las huellas de Elena Rius y de Sherlock Holmes llego a estas páginas. Yo también soy forofo de las novelas de la Unión Soviética. Y me alegro de encontrarme con entusiastas de Martin Cruz Smith, que me parece un autor infravalorado. Leí no hace mucho "Tiempo de lobos", ambientada en Moscú y en Chernobyl que me pareció magnífica. Y acabo de empezar "Estrella polar" que pinta muy bien.
Saludos
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