miércoles, 1 de julio de 2009

Hipatitis, 1


Nueva enfermedad documentada. Hipatitis: dícese de la afección causada por una presencia continua de Hipatia de Alejandría en cualquier medio, preferentemente audiovisual o escrito. Vivimos tiempos de hipatitis, está de más decirlo si uno examina con atención los estantes de novedades de las librerías. Pero como quizá no sea ese el caso de muchos de quienes me leen, me apresto a advertirlo: hay una hipatitis galopante en ciernes, una hipatitis que amenaza con colapsar los escaparates y dejar literalmente exhaustos a los lectores de suplementos culturales, por no hablar de los que acompañan al periódico los domingos, junto con la vajilla diseñada por Picasso, el pareo de las Sychelles o el ajedrez de Harry Potter. Ya existen indicios de ello: he descubierto singulares artículos (llamémoslos así) dedicados a la virtuosa alejandrina en la revista (llamémosla así) Quo y en el ABCD de las letras y las artes. Por no hablar de la flagrante hemorragia editorial a la que me referiré más abajo y a la que también yo (¡ay!) contribuiré en su momento. ¿Motivo? Alejandro Amenábar, claro. Dicen que el cine es una fábrica de sueños, pero yo creo que sucede más bien a la inversa: que el cine es una fábrica de realidad. Para que algo exista, tiene que tener una película. Una pantalla es la primera condición imprescindible para ser, como quizá intuyó George Berkeley.


Alejandro y yo. Avisos para ignorantes: la primera semana del próximo mes de setiembre Alejandro Amenábar estrena un filme de los de guardarropa, decorado de parque temático y banda sonora a prueba de audífonos que se titula Ágora y que narra las últimas horas de Hipatia de Alejandría; la tercera semana del mismo mes, Luis Manuel Ruiz (vuestro atento Testigo Ocular) publica una novela llamada Tormenta sobre Alejandría que narra, entre otras cosas, las últimas horas de Hipatia de ídem. Juro solemnemente desde este momento que la coincidencia de intereses entre Alejandro y yo se ha debido de modo exclusivo a la mera casualidad y que ni yo tenía idea de lo que él tramaba en Malta (a donde, parece, se ha llevado a rodar a Rachel Weisz), ni él (creo) sabía nada de mi argumento policíaco-bibliográfico alrededor de una señora acerca de la que existían testimonios tan escasos como atractivos. Cuando hinqué el diente por primera vez a la historia de Hipatia (de la que iréis sabiendo aquí en sucesivas entregas), ya me di cuenta de que ofrecía humus para que una historia frondosa y bien vertical creciera sobre ella, pero pasaron años hasta que la semilla se decidió a dar germen. Finalmente, no sé si una noche o una mañana, esa historia se me apareció: y hete aquí que, después de delinear el argumento, otorgar carné de identidad a los personajes, informarme de manera medianamente educada de la época en la que la acción debía transcurrir y ponerme a escribir hasta, digamos, el sexto o séptimo capítulo de la primera parte (son tres), me entero de que Alejandro prepara un cóctel con los mismos ingredientes, además de uno del que yo no me puedo proveer: una campaña de marketong (la expresión es de mi querida Care Santos) de las que dejan arrasadas las compañías de publicidad durante décadas. Imaginad mi estupor, mi llanto, mi rechinar de dientes, mis instintos asesinos, mis instintos suicidas, mi alcoholismo, mis dudas, mi reconciliación final con las cosas. Durante un tiempo pensé en arrojar la novela a la basura y ponerme a otra cosa; luego me rebelé: y qué. Amenábar iba a ofrecer su versión, poderosamente amparada por el Hollywood style, de una historia a la que yo podía otorgar un matiz y una perspectiva distinta. Por eso no me arredré, terminé el libro y ese libro va a ser publicado. Junto a, lo menos y a bote pronto, cuatro más, que aquí me apresuro a identificar.


Casos registrados. Hasta la fecha, he documentado los siguientes títulos afectados de hipatitis (la lista, claro es, se irá ampliando en este blog conforme aparezcan nuevas aportaciones; se invita al lector a remediar omisiones):

a) Clelia Martínez Maza: Hipatia. La estremecedora historia de la última gran filósofa de la Antigüedad y la fascinante ciudad de Alejandría (La Esfera de los Libros, 2ª edición). Ensayo, al parecer bastante documentado, con un irremediable olor a tesis doctoral rescatada de la papelera a tenor de la dirección de los vientos. Es el primer libro que descubrí sobre Hipatia y el que me hizo presagiar la epidemia que se aproximaba.

b) Olalla García: El jardín de Hipatia (Espasa). Novela, la tercera de su autora, que, según la pestaña, lleva varios años dando tumbos por la Tierra intentando aunar sus dos grandes pasiones: la Historia Antigua y la literatura actual; esperemos que lo haya logrado con el presente título.

c) Ramón Galí: Hypatia y la eternidad (ES ediciones). Novela, en realidad una saga de ciencia ficción de la que Hypatia (así la escribe él) es tan sólo un personaje lateral, o una de las reencarnaciones del (o la) protagonista, un ser preternatural que peregrina a lo largo de la historia transmigrando de cuerpo en cuerpo. Confieso que el argumento me interesa, porque al menos no se ciñe al apolillado esquema de la novela histórica tradicional, pero no he llegado a morderlo.

d) Luis de la Luna Valero: Hipatia (Suma de Letras). De este aún no sé nada porque no ha sido publicado, salvo que la portada está inspirada en un cuadro de Burne-Jones, por la prueba con que me di de bruces en la editorial.


Más madera. No os preocupéis, que seguiremos dando vueltas al mismo tema porque es mi intención dedicar al estudio de la hipatitis (y de la meritoria mujer que la protagoniza) el entero mes de julio, hasta el momento de marcharnos de vacaciones. Y para septiembre, lo dicho: vuestro atento servidor en las librerías.

3 comentarios:

Ramón Galí dijo...

Querido Testigo Ocular:

Mi nombre es Ramón Galí y, en primer lugar, te agradezco sinceramente tu referencia a mi novela, Hypatia y la Eternidad.

En segundo lugar te comentáré que creo que ambos hemos sido víctimas de la misma casualidad (¿causalidad?,nooo) Nos fijamos en la bella Hypatia en paralelo o mucho antes que el brillante Amenábar (si tienes curiosidad: http://www.hypatiaylaeternidad.com/noticias.html#entrevista)

Para finalizar quiero desearte, de verdad de la buena que tu novela sobre "La perfecta" tenga el mayor de los éxitos. Ójala que nuestros granitos de arena contribuyan decisivamente al todo (en espera del tsunami Amenábar, jajaja), a saber, que se conozca bien la figura de Hypatia.

Para terminar una humilde recomendación (que no consejo, que no soy quién). Si estás a tiempo escribe a tu Hypatia con "y": al poderse escribir de ambas formas en español la más correcta, la más lógica, sin el menor género de dudas es "Hypatia" para quien sepa un poco o un mucho de su vida: ella era culturalmente griega, neoplatónica, como sabrás. No latina.

Cordiales saludos y lo dicho (no con la boca pequeña, sino de corazón)...¡¡mucha suerte!!

Ramón Galí.

Luis Manuel Ruiz dijo...

Querido Ramón:

Te agradezco tu presencia en este foro. En efecto, por lo que he podido deducir a través de la carátula de tu novela, mucho me temo que ambos hemos sido víctimas (o tal vez beneficiarios, dicen algunos, vete a saber tú) de la misma conjunción de intereses publicitarios-editoriales-cinematográficos. Aprovecho para desearte la misma fortuna con tu publicación antes de que, como dices, el tsunami Amenábar haga el silencio a nuestro alrededor.

En cuanto al asunto de íes griegas o latinas te aclaro que si he optado por la forma latinizada ha sido por tratar de que el nombre chirríe lo menos posible en castellano, que, según sabes, bebe etimológicamente en su mayor parte de la lengua de Virgilio. Por esto mismo, aunque estoy al tanto de que para preservar las trazas del origen de cada nombre habría que escribir tal vez Herakleitos o Athene, prefiero no aturdir al lector no familiarizado con sus correspondientes Heráclito o Atenas, preferidos por la tradición.

Lo dicho: muchísima suerte y un fuerte abrazo.

Ramón Galí dijo...

Querido Juan Manuel, "T.O.":

Lo cierto es que tu razonamiento sobre escribir el nombre de nuestra heroina con "i" latina es totalmente impecable y no puedo estar más de acuerdo, eso sí, desde el prisma etimológico que esgrimes.

El caso es que tu Hipatia y mi Hypatia (si usamos el argumento "biográfico-cultural" para escribir su nombre así) lleguen al máximo número de lectores. Por lo que avanzas del argumento de tu novela creo que ambas puedes ser perfectamente complementarias así que estoy deseando que salga a las librerías para devorarla. Ale, ya tienes a tu primer lector, jajaja.

¿Te imaginas que todos los escritores dirimieran sus diferencias con la elegancia que nosotros hemos desplegado en estas líneas? Es que, quizás, el espíritu y la fuerza de la figura de H(i)(y)patia son tan poderosos que eclipsan todas las acciones en torno a su figura que no irradien nobleza y buenas maneras, jajaja. Vamos, que no nos veo a los dos, mano a mano, tirándoles tomates (u objetos más contundentes) a Amenábar en el estreno de Ágora, jajaja.

Fuerte abrazo y que la fuerza y el signo de H(y)(i)patia nos acompañe.