Último parte meteorológico. Según sabéis, la tormenta se desató ayer mismito sobre toda España, en particular aquellos de sus rincones que se dedican al comercio de libros. Y no me refiero a la que ha convertido Jaén en un río desbordado, sino a otra más alejandrina que vengo anunciándoos desde hace tres meses: en resumidas cuentas y hablando en román paladino, que mi última novela, Tormenta sobre Alejandría, se encuentra desde ayer en los escaparates de las librerías de todo el país. Yo todavía no he comprobado qué tal luce tras el cristal porque llevo tres días de promoción y poco veo aparte de estudios de radio y grabadoras de periodistas, pero os invito a todos a que lo hagáis y que, de paso, echéis un vistazo a los primeros capítulos, a ver qué os parece. Naturalmente, mis camaradas de Estado Crítico apenas han aguardado al estreno para hincarle y el diente y ya le han dedicado una recensión cuyo calor y generosidad agradezco de corazón desde aquí a Jesús Cotta, autor de esa primera cata. Ojalá todas las críticas que mi nuevo retoño conociera caminaran por los mismos derroteros, claro que sí.
La enfermedad sigue su curso. La hipatitis continúa acrecentando su contagio, como no podía ser menos ante la proximidad, cada vez mayor, de la película que marcará su punto álgido. La productora de Tele 5, que es la que sufraga el presunto taquillazo, acaba de abrir un blog donde registra la mayoría de las obras que alrededor de Hipatia han vomitado las editoriales desde principios de año, la de un servidor incluida. Y digo la mayoría porque faltan dos reediciones con las que acabo de chocar en la mesa de novedades, una deliciosa y otra no sé. En el mes de julio ya invitaba yo a Valdemar a la resurrección de la primera de ellas, a mi juicio el acercamiento más original que hasta la fecha se ha producido sobre el asunto, La perra de Alejandría, de Pilar Pedraza, ahora aparecida en la colección de bolsillo Club Diógenes. De la segunda, Hypatia, de Pedro Gálvez (DeBolsillo), no puedo decir nada salvo que se trata de una biografía novelada previamente aparecida en Lumen y que el escrúpulo filológico lleva al autor (igual que a Ramón Galí) a dotar a nuestra heroína de una rotunda y griega que quizá chirríe un poco en castellano, aunque gustos hay para todo paladar.
Los hombres que discutían sobre los hombres que no amaban a las mujeres. Hablando de otra cosa también abordada recientemente en este vuestro blog, el próximo domingo día 20 aquellos de vosotros que habitéis al sur de Despeñaperros y no tengáis nada más apasionante a que dedicar vuestro tiempo que contemplar la televisión, podéis sintonizar Canal Sur 2 y sorprender mi careto en el programa de Jesús Vigorra, El público lee. Me acompañan, según veréis, la periodista cultural Marta Jiménez y los traductores de Stieg Larsson al castellano, Martin Lexell y Juan José Ortega. Os emplazo a que echéis un vistazo a una amena charla en la que se abordaron diversos aspectos, tanto divinos como humanos, del éxito literario sin necesidad (o no aparente) de vender el alma al diablo. Por cierto, los traductores son dos individuos estupendos con los que no me hubiera importado pasar el resto de la tarde, y que confesaban que podían recitar las tres novelas de memoria después de ingurgitarla varias veces tanto en sueco como castellano. Recuerdo haberme quedado pasmado al saber que Giordano Bruno era capaz de reproducir enterita y de cabo a rabo
5 comentarios:
Bueno, Luis! Mucha suerte en la recién estrenada andadura de este tu nuevo "retoño". Ya te criticaré cuando lea el libro... :)
Impagable, lo que dices de los traductores al sueco y Giordano Bruno. "Me sorprende (y espanta) mucho más". Como siempre, la mot juste...
Un abrazo!
espero que el libro tenga buena acogida y se venda como churros, desde luego te lo mereces.
te veremos con fruición el domingo por la tarde por la tele.
La tempestad fue lo último de Shakespeare, Don Guillermo. Que a ti te vengan muchas y venturosas tormentas, Don Luis Manuel. Un abrazo.
te llegaron a comentar los traductores de la famosa trilogia por que tradujeron los titulos del frances en vez de del original sueco? porque no tienen nada que ver...
Queridos Porerror, Dani y Antonio: mil gracias por vuestros parabienes y deseos de prosperidad, que espero que podáis ver cumplidos si el mercado lector se pone de nuestra parte, por complicado que sea (que es).
Kike: pues sí, off the record (que diría Larsson) se comentó lo de los títulos originales. El primero, según parece, es literalmente "Los hombres que odiaban a las mujeres", y se descartó por agresivo. El segundo se llama igual que la versión inglesa, "La chica que jugaba con fuego", y supongo que lo de cambiarlo vino motivado, como dices, por vientos francófonos. El tercero es el caso más caprichoso de todos, puesto que los propios traductores confiesan ignorar lo que quiere realmente decir. El original, en sueco, es "El castillo de aire que explotó", en referencia a la famosa Sección de la SAPO que protagoniza ese tercer volumen. El significado oculto de lo de la reina y las corrientes se deja al arbitrio del paciente lector. No sé quién habrá sido el responsable último de las suplantaciones, pero debo confesar que, a mi criterio, los títulos (impostados) son de lo más atractivo de la trilogía.
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